104 EL MONSERRATE.
Y aquí era el fin de la sutil pintura
Que en los dos lados de la puerta estaba,
Sobre la cual se via la figura
De Judit, y debajo se mostraba
Que un epigrama en dulce compostura
La bendecia y la solemnizaba,
Y al alto Dios omnipotente en ella,
Cual obra de su mano rica y bella;
«Tú, de Jerusalen gloria y consuelo,
Tú, de Israel altísima alegría,
Tú, honor de nuestro pueblo, cuyo celo
Hizo viril tu pecho y osadía:
Porque tu castidad en su alto vuelo
Te tuvo sienipre el alma santa y pia,
Te confortó la mano omnipotente
Y serás bendecida eternamente.»
Y casi al mismo punto que acabaron
De ver la alta pintura delicada,
Diligentes ministros allí entraron
Con la comida sobria y regalada:
A la naturaleza recrearón
Con ella y con la siesta reposada:
Del templo y su cultor Garin tras esto
Se despidió, y partió con paso presto.
y