174 EL MONSERRATE,
A Túnez Sabá vino, y heredando,
Hizo claro el engaño al viejo tio,
El cual, la atroz injuria blasfemando,
Quiso vengar el loco desvarío;
Mas el bravo Sabá, fiero dndotraida
Su soberbio valor y ardiente brio,
De modo el caso al tio zahirióle,
Que en perpétuo silencio sepultóle.
Parió del viejo rey la moza dama
A Amirhabena, aquel que ahora muere,
A quien libró al nacer de ardiente llama,
Donde Sabá que muera al punto quiere:
- Allí la madre, que cual madre le ama,
Le dió dos vidas, y á un su fiel requiere
Que el niño crie, y él hasta ese punto
Aquí le tuvo, donde fué difunto.
Mas el terror furioso que acompaña
Con fiera amarillez á Marte ardiente,
Cuando en su punto la sangrienta saña
Muestra su bravo espíritu inclemente,
Discurre con don Diego la campaña
Con tan horrenda y espantable frente,
Que no háy quien no revuelva dél la suya,
Y por no verle á toda furia huya.
No espanto tal al marinero triste
El flaco pecho le convierte en hielo,
Cuando en la mar el que al gobierno asiste,
Con el timon es arrojado en vuelo,
Y la galera sin remedio embiste
En peñas levantadas hasta el cielo;
Cual es el miedo que esta gente tiene
De aquel terror que con don Diego viene,