EL MONSERRATE.
Cuando de nuestro cielo el sol faltando
A la nocturna sombra se le entrega,
Y así como él se va en poniente entrando,
Ella sus alas lóbregas desplega,
Con su santo deseo, apresurando
El contrito Garin el paso, llega,
No con poco deseo de posada,
A una en todo extremo regalada.
Habia, sin pensarlo, el monje errado
El camino derecho que llevaba,
Y por un ancho del siniestro lado
Confiado y contento caminaba,
Hasta dar en un valle que, adornado
De un alto monte que le rodeaba,
Aquel albergue yió maravilloso,
Y á él se fué con paso presuroso.
Desde que vió la casa y su lindeza
Se le ofreció el caminó llano y lleno
De lo más lindo que naturaleza
Pone á la tierra en el fecundo seno:
El alma le robó con su belleza
A Garin por la vista el valle ameno,
Imprimiéndole en ella un cierto aviso
Que entraba en el terrestre paraíso.
Via selvas umbrosas, verdes prados,
Jardines curiosísimos, hermosos,
De mil vivós colores matizados,
De mil frutos y flores abundosos;.
Altas mieses con granos sazonados,
Anchos viñedos, largos y espaciosos,
Bosques, dehesas, sotos, granjerías,
Torres, cercados, Casas y alquerías.