208, EL MONSERRATE.
Al
»¿Y hombre ha de haber que dél se aparte y huya
Siéndose á sí cruel, duro y arisco,
Y que á sus calidades atribuya
Las del áspid mortal y basilisco?
Quien éstas da al amor, será la suya
De un yerto yermo aborrecido risco,
Lleno de eterna sombra y triste luto,
Que ni produce flor ni espera fruto.»
Aquí dió fin al engañoso acento
La falsa y hermosísima sirena,
Dejando juntamente el instrumento,
Llena de engaño y de lascivia llena;
Y luego por el líquido elemento
Calar dejóse á la profunda arena,
Primero habiendo con lascivo juego
Hecho del agua del estarique un fuego.
Cual de profundo sueño recordado
Fué Garin por el huésped, al decirle
Que era ya hora de dejar el prado,
Y en reposada cama convertirle:
No le responde el monje embelesado,
. Sino luego dispónese á seguirle:
Guíale el viejo por más corta via,
Adonde ya la cama le atendia.
Déjale solo, porque así lo quiere
Garin, el huésped en el aposento;
La puerta el monje sólo ya requiere,
Y ciérrala con llave á su contento:
La cama mira y el retrete inquiere,
Y divertido en el oido acento
Y en lo demás de aquella casa, al sueño
Hizo, en la blanda cama, de sí dueño,