EL MONSERRATE.
MONSERRATE..
Fuego y humo y mortífero veneno
Por los ojos y boca el mónstruo arroja;
No sabe qué partido le sea bueno;
No atina qué arma ó qué remedio escoja:
En esto ya el Florel, de industria lleno,
Tiñe otra vez la cortadora hoja,
Haciéndole en un muslo gran herida,
La ancha escarcela por mitad partida.
No pudo más la cólera impaciente
Del bravo lestrigon sufrir la pena
Que en las heridas y en el alma siente;
Y alzando en alto la nudosa entena,
Con la ancha cara como brasa ardiente,
Y de espuma mortal la boca llena,
Representando allí la misma ira,
Al valiente don Diego se la tira.
Fué favor singular del alto cielo
No acertarle la maza rigurosa,
Que como jara de ballesta en vuelo
Salió de aquella mano poderosa:
Erró á don Diego, pero no en el suelo
Dió sin dañar la encina temerosa;
Que á cuatro lestrigones dió la muerte,
Y á Jenofonte de Verona el fuerte.
Casi en un punto fué el echar la maza
Y cerrar con don Diego el mónstruo artero;
Mas él, haciendo con la espada plaza,
De sí le alarga con acuerdo entero,
Y luego el ancho escudo desembraza
Por añadir más fuerza al fuerte acero,
Y alza á dos manos la furiosa espada,
Y cala una espantosa cuchillada;