EL MONSERRATE.
«Dais, padre, de bondad y de prudencia
Tan grandes muestras, que me habeis forzado
A que quiera saber de cierta ciencia
El nombre vuestro, el hábito y estado;
Y así con toda salva y reverencia
Os pido aquí, en secreto retirado,
Satisfagais en esto á mi deseo,
Si en ello cosa injusta no deseo.»
Con baja voz, humilde y grave, dando
Un severo y tristísimo suspiro,
Garin al General responde: «Cuando
Tu grandeza, señor, contemplo y miro,
Ese término llano, afable y blando
Que usas conmigo, cual divino admiro
Por ver en tí la clara ilustre lumbre
De heróica alteza y santa mansedumbre.
»Pedir tú así, señor, es mandamiento
Que por mí debe ser obedecido;
Y así el hábito y nombre y nacimiento,
Y cuanto puede ser de mí sabido,
Por tu satisfaccion y tu contento,
Como esá tu grandeza y sér debido,
Con llaneza diré y verdad sencilla,
Y no sin darte alguna maravilla.
»Cerca de donde Lobregate ameno
Mezcla sus aguas con el mar profundo.
De bellezas riquísimas tan lleno,
Que á ningun rio debe ser segundo,
Tiene dos islas en su dulce seno,
A donde da la que enriquece el mundo
Todo lo de más gusto y alegría
¿Que en los jardines más curiosos cria;