— 100 —
ncillería, mediante actos parlamentarios y valiéndose
le una propaganda pers ferencias y en
que le era sde. la ide: jue se estaba en vías
la posesión de los territorios de Tacna y Arica.
Los elementos independientes, que sabían muy bien de
e la 1-
eridad del gobierno por un lado y que preferían de todos
modos contar con el acuerdo y la voluntad del Perú para
arribar a esa misma soluc ión, prefirieron enarbolar la bandera
la justicia, manifestando que -si habría que demandar la
reincorporación de Boli 5 al océano debería ser a Chile a
quien se citase
instaurarle el litigio correspondiente. Tal
fué el fundamento de las dos corrientes de opinión, denomi-
nadas “practicista”, la una, la que abogaba por la adquisición
de Tacna y Arica por cualquier medio, y “reivindicacionista”
los derechos del
la otra, la que pedía el respeto previo de
Perú para el mismo fin o en su defecto la devolución por
parte de C he de algo cuando menos de la costa usurpada
1 879.
ín momentos en que las polémicas de prensa y otra' clase
de manifestaciones de opinión pública habían llegado a un
grado extremadísimo de furia sin freno de los bandos con-
tendientes, arribó a La Paz el entonces ministro en París,
señor Ismael Montes, lo que equivalió a echar pólvora sobre
la hoguera.
No es un secreto para nadie que el señor Montes tomó
aquí la dirección y el mando supremo de todas las operaciones
para hacer triunfar la corriente practicista. Todos sabemos en
Bolivia que el señor Montes inspiró varias de las notas diri-
5
- gidas al Perú. Puso al servicio de estos propósitos una pasión
«"enardecida que no la censuramos en mérito del patriotismo que