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y nos dice: he ahi vuestra salvación. Vayamos
a élla.
La unión de los pueblos situados al Sur del
río Bravo formaría una entidad política imcon-
quistable. Tendría un territorio propio dos veces y
media más grande que el de Europa, es decir, de
unos 22 millones de kilómetros cuadrados, que, con
la población relativa de Bélgica, podría contener
a más de 4.000 millones de habitantes; habria en
ella importantes centros de población: (Buenos Ai-
res, Río de Janeiro, Montevideo, Santiago de Chi-
le, etc., etc.,) manantiales de cultura y civilización
que muy bien pueden rivalizar con las metrópolis
norteamericanas; podría tener en tiempo de paz
un ejército de 125.000 soldados y, en tiempo de
guerra, podría arrojar más de dos millones de com-
batientes; la importación y la exportación se con-
tarían por miles de millones y excederían a las
de cualquiera potencia europea; nuestros produc-
tos se verían en todos los mercados del planeta
y las corrientes inmigratorias, hacia todo el Con-
tinente, serían formidables.
6.—Los números anteriores muestran muy
claramente cuál sería el poder de nuestra gran
Confederación, eso sin echar en cuenta que la
unión daría a cada una de nuestras Repúblicas ac-
tuales mayor desarrollo del que ahora tienen y que,
por consiguiente, aumentaría los datos estadísticos
copiados. La explotación de nuestras riquezas au-
mentaría los capitales y las líneas ferroviarias se
cruzarían como los filamentos de los arágnidos;
nuestros mares y ríos navegables se poblarían de
vapores, y lineas bien organizadas nos tendrían en