210 PARTE VIH. - DE LA VIDA Y HONEST. DE LOS CLÉRIG.
de ir de viaje, á andar vestido á la manera de los
seglar es; puede, sin embargo, tolerarse que cuando se
haya de ir á caballo, se use un vestido más corto, pero
«que en cuanto á la forma y al color convenga al estado
clerical y evidentemente designe al clérigo: siendo, con
todo, de desearse que aun á caballo se lleve el vestido
talar. Finalmente, sea en cada provincia eclesiástica
ó diócesis una misma la forma de los vestidos clerl-
cales, excluyendo de ellos todo lo que tenga visos de
vanidad, de espíritu mundano, de ligereza de ánimo,
como también los anillos, manteletas y otras cosas
propias de los Prelados. Para obtener esto eficazmente,
pr escriban los Obispos aquellas normas que mejor
juzgaren en el Señor, teniendo en cuenta los lugares,
abusos etc. Atendidas las especiales circunstancias de
nuestras regiones, con venia especial de la Santa Sede
decretamos que el “cléri igo, aun simplemente tonsurado,.
que permanezca suspenso por más de tres años de todo
oficio y beneficio, una vez transcurridos los tres años
de suspensión, se tenga 2pso facto como privado del
derecho de llevar el hábito talar y la tonsura, á
menos que obtenga especial licencia por escrito del
propio Ordinario. Todo esto hágase del dominio
público según el modo que mejor pareciere á cada
Obispo. »
562. «Todos los clérigos deben llevar la tonsura
llamada corona, y ésta visible y del tamaño correspon-
diente á cada orden. Ciertamente, indignos serían
del real sacerdocio los que de este su venerando signo
se avergonzaran. Pongan un cuidado sencillo y mo--
desto en el arreglo del cabello y por ningún caso lleven
melena. No usen peluca sin licencia del Obispo, ni
dentro de la Misa sin venia apostólica; mas nunct
ostente ella nada leve ó vano. Esta ley del hábito y
tonsura clerical á todos los clérigos obliga, aun á los
simples tonsurados ó minoristas, quienes de lo contrario
quedan privados de los dos privilegios del camon y
del foro. »
563. En cumplimiento de lo prescrito por el
Concilio, disponemos, pues, que todos los clérigos de
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