LA CIUDAD ANARQUISTA AMERICANA 131
yor comodidad, cada escuela tenía a su dis-
posición uno o dos automóviles de carga pa-
ra el transporte de las provisiones, utensi-
lios de cocina, platos, carpas impermeables,
instrumentos y útiles de enseñanza, ete me-
cesarios para los alumnos y sus maestros.
Estos automóviles, cuyos «chauffeurs» eran
alumnos que se turnaban cada hora para
permitir su manejo a un mayor número o
a todos, acompañaban al pequeño ejército es-
colar en todas sus exploraciones. Llevaban,
además, una chalupa desarmable para faci-
cilitar el paso de los ríos y arroyos y prac-
ticar reconocimientos en los mismos.
Todas las noches, al reunirse para entre-
garse al descanso, los expedicionarios formu-
laban un nuevo itinerario para el día si-
guiente, diferente para cada calegoría, y el
programa de trabajo relativo a las mismas.
Después de discutidas y resueltas ambas
Cuestiones por los alumnos de las clases res-
pectivas, los acuerdos tomados eran somve-
tidos a los maestros, quienes hacían la crí-
tica oportuna, aconsejaban las modificacio-
nes del caso, y finalmente daban su confor-
midad a las resoluciones adoptadas.
Estel método, contribuía grandemente a
desarrollar el espíritu de iniciativa de los
niños al mismo tiempo que los incitaba a
hacer con gusto y entusiasmo los “estudios
libremente elegidos por ellos; pero, atenién-
dose siempre een sus líneas principales, al
Plan integral trazado para cada categoría.