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ta los múltiples empleos a que estaban des-
tinados. Efectivamente, cada grupo de casas
contaba con una instalación eléctrica inde-
pendiente que las proveía de luz, calor, etc.,
y también para dar la fuerza necesaria a la
extracción del agua de consumo, cuando por
falta de viento no giraban las ruedas aéreas
de los molinos; y las instalaciones mecáni-
cas de los talleres, los automóviles de carga,
aeroplanos, electrocicletas y máquinas agrí-
colas, necesitaban igualmente su corres-
pondiente dotación de receptores de energía
eléctrica. Por dicha causa, los libertarios die-
ron atención preferente a la construcción de
estos aparatos, a la “de los motores y de
los dínamos; siendo así que en vista del pa-
pel importante desempeñado por la electrici-
dad, en las funciones del nuevo organismo
social, ningún comunista pudo sustraerse a
la imperiosa necesidad de conocer a fondo
esta utilísima rama del saber, llegando a ser
todos ellos, en poco tiempo, gracias a la
práctica seguida de esta ciencia, habilísimos
electricistas.
La aplicación del fluído accionante se ex-
tendía hasta el servicio de limpieza de la
ciudad, el que se efectuaba por medio de un
nuevo sistema de barredoras mecánicas, que
sacaban automáticamente el polvo y las su-
ciedades de la calzada aspirándolos para re-
cogerlos en un depósito adecuado del que es-
taban provistas. Una veintena de estas má-
quinas «higienizadoras» bastaban para elaseo