Sonata de Primavera 127
y moribunda. Los cuatro judíos, vestidos de
rojo, le rodeaban fieros. El que iba delante
tocaba la trompeta. Los que le daban es- '
=colta á uno y otro lado, llevaban sendas
do disciplinas, y aquel que caminaba detrás,
- mostraba al pueblo la sentencia de Pilatos.
Era un papel de música, y el mayordomo
tuvo cuidado de advertirnos cómo en aquel
tiempo de los gentiles tenían peor letra que
ahora los escribanos, y cómo hacían unos
garabatos muy semejantes á los que hacen
“los músicos. Volviéndose á mí con grave-
: A dad doctoral, continuó:
—Los moros y los judíos todavía escriben
de una manera semejante. ¿Verdad, Exce-
lencia? : :
Cuando el Señor Polonio se hallaba en
esta erudita explicación, llegó un sacristán
A