182 : Valle-Inclán
se agachó revolviendo en la ceniza de un
brasero: :
—Ved aquí vuestro anillo. :
Y lo limpió cuidadosamente en la falda
antes de dármelo, y quiso ella misma colo-
carlo en mi mano: |
—¿Por qué OS Hraferon este anillo? :
—Para hacer el sortilegio era necesaria $
una piedra que llevaseis desde hacía muchos
años. :
—¿Y cómo me la robaron?
—Estando dormido, señor.
—¿Y vos qué intentábais hacer?
—Ya antes os lo dije... Me mandaban pri- %
varos de toda vuestra fuerza viril... Hubie- do
raisquedado como un niño acabado denacer... de
Al oir tal no pude menos as sonreir in-
.crédulo: