Full text: Sonata de primavera

94 Valle-Inclán 
  
—Y si encuentras álos otros dos peque- 
ños, tráelos también contigo. : 
—Los otros, hoy no sé dónde poder ha- 
llarlos, mi Princesina. ' 
Un viejo de calva sien y luenga barba ne- 
vada, sereno y evangélico en su pobreza, se 
adelantó gravemente: 
—Los otros, aunque cativo, tienen tam- 
bién amparo, Los ha recogido Barberina la 
Prisca. Una viuda lavandera que también á 
mí me tiene recogido. 
Y el viejo, que insensiblemente había ido 
algunos pasos hacia delante, retrocedió, ten- 
tando en el suelo con el báculo y en el aire 
con una mano, porque era ciego. María 
Rosario lloraba en silencio, y resplandecía, 
hermosa y cándida como una madona, en 
medin de la sórdida corte de mendigos, que 
 
	        
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