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con sus cumbres, sus nieves y sus nubes
incomparables. ¿Para qué he de buscar ape-
llidos genealógicos, si me expongo acaso á
despertar en el concurso emociones impro-
pias de una fiesta? Mas es admisible que
en este momento de justicias y recompen-
sas, recordemos aquellos que llegaron á ilus-
trar la historia pátria como Dávilas y Ocam-
pos, los que ennoblecieron con su civismo
ejemplar las luchas por las libertades loca-
les, como Iribarren, San Román, Gordillo:
los obreros de la minería y la agricultura,
como los Garcia, Bustos, Salcedo y otros:
de los ya mencionados, y muchos cuyos
nombres me es imposible consignar de me-
moria, quienes dedicaban al trabajo las bre-
ves treguas de la guerra civil; y es justo
también consagrar un recuerdo de cariño,
de agradecimiento y afecto á los bravos ex-
ploradores y empresarios extranjeros que
desde 1814 hasta nuestros dias, han venido
á nuestra tierra á través de peligros y di-
ficultades sin nombre, para traernos la cien-
cla y la pericia de otras civilizaciones más-
perfectas, hasta compenetrarse con nuestra
sociabilidad, de la que fueron nervio, im-
pulso, ejemplo y enseñanza, cada uno en
sus aptitudes y cualidades; y estoy seguro: