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La devoción hacia Nuestra Señora de
las Mercedes, ya muy generalizada en el
país, se elevó al más alto grado con el su-
ceso glorioso del día 24 de Septiembre,
día consagrado á conmemorar su sanla
fiesta. El milagro de aquella victoria se
atribuyó á la protección de tan excelsa Se-
nora.
Al mes justo de la batalla, ó sea el 24
de Octubre, se celebró la Misa de Campaña,
á la que asistieron el general, todos los ofi-
ciales de su ejército, y rodeada de grandes
precauciones y comodidades, puesta ade-
más en modo que quedase oculta á la vista
«de todo el mundo, con todo el secreto para
evitar una emoción Ó una imprudencia, -
asistió también la aparecida joven,á quien
el sacerdote, en los instantes más supre-
-mos del Augusto Sacrificio, consagró para
el resto de sus días, al servicio Divino, bajo
los hábitos de «La Merced».
El Doctor sagrado D. Agustín Molina,
después de su hermoso sermón en el que
había hecho justos elogios al ejército—=
mencionando especialmente á la caballe-
ría, —y de haber demostrado el hecho del
“auxilio del Cielo, hizo la declaración de la
voluntad de una niña, que, renunciando al
“mundo, cedía su fortuna á las víctimas de
la guerra.
-—Asií,llevó Merced la paz á su conciencia
-intranquila, por haber tan mal empleado
la limosna destinada á remediar la des-
gracia, repartiéndola en los Hospitales.
” No debe pasarse por alto un hecho de