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ira que salía a sus ojos, paseó en seguida la vista por todos los
que estaban presentes y soltó una. carcajada tan espontánea, tan
cosquillosa, que los demás paisanos rieron también a pesar de
la ira del teniente alcalde. E !
| Este se puso densamente pálido, sacó un revólver de la cin-
tura y apuntando con él a Blanco hasta apoyárselo sobre la
frente: | | ¡ |
- —0O sale usted afuera, le dijo, para no volver más, o me
entrega sus armas dándose preso.
Un estremecimiento poderoso recorrió el cuerpo de los tes-
tigos de este lance, pues sabían que el teniente era hombre de
cumplir al pié de la letra lo que había dicho.
uan Blanco se levantó lentamente de la silla y sin quitar +.
su mirada poderosa de la mirada de su adversario, le respondió
de esta manera.
— Yo he jurado no matar sino amenazado de muerte, cuando
me obliga a defender la vida y para salvarla no tengo más re-
medio que matar —sin embargo esta noche me copo a mi mismo
la banca, y quiero ser indulgente con usted, a pesar de ser jus-
-— ticia, retírese y no me moleste. :
El teniente alcalde dió un gran tacazo en el suelo, y apo-
yando la boca de la pistola sobre la frente de aquel hombre
- que no se movió: ¡marche, canejo! — marche le digo; o le hago
- volar el mate con la basura de porra que tiene adentro.
Blanco no hizo el menor ademán de sacar las armas que lle-
vaba en la cintura, pero con una rapidez imponderable metió
el brazo izquierdo, desviando de sobre su frente el arma del te-
niente alcalde, y le dió en la cabeza tan recio puñetazo, que lo
lanzó como un fardo de lana hasta los pies del acordionista.
- En seguida se precipitó sobre él, le arrancó de la mano el
revólver, y lo hizo volar por la puerta a una gran distancia.
Los circunstantes quedaron helados confesando con la ató-
<nita mirada, que nunca habían visto un hombre tan guapo y
tan limpio para dar una cachetada. o
-———Toquen la música, maulas, gritó Blanco, después de haber
- empujado hasta un rincón el cuerpo del teniente alcalde — toquen
la música para que no se enfríe la gente, y salió con la paisana,
- causante de la querella, al compás, de la música que se apresu-
-raron a ejecutar los del acordeón y la guitarra. 0
Antes de que terminara la pieza que se bailaba, el teniente
calde se había repuesto completamente del moquete y ence-
guecido por la ira y la venganza se había lanzado sobre Blanco, |
cuchillo en mano, quien apenas tuvo tiempo de meter el brazo
y evitar la primera puñalada.