Full text: Juan Moreira

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Blanco sereno siempre, siempre sonriente, dió un salto atrás, 
descolgó del cabo de la daga su rebenque que llevaba' allí su- 
jeto y esperó, enrollando la lonja en la mano. | 
- El teniente alcalde acometió de nuevo, pero con desgracia, | 
- porque el cabo del rebenque de Blanco encontró su mano de- 
_recha y el cuchillo saltó a dos varas de distancia. 
En seguida Blanco desenrolló de su mano la, lonja, tomó el 
rebenque por el cabo y dió al justicia tan tremenda rebenquea- 
dura, que no tuvo fin hasta que aquel hombre sintió su brazo 
completamente fatigado. : 
: El teniente alcalde quedó inmóvil y en un estado repug- 
_ hante: su rostro se veía surcado por una cantidad de fajas cár- 
denas que había impreso en él la lonja del rebenque, y por 
entre el cuello de-la camisa se veían asomar algunos vestigios 
de sangre amorátada y espesa. o 
-. Aquel hombre había quedado humillado y la fama de Juan 
Blanco había llegado al pináculo de toda ponderación fantástica. 
0 A pesar de que él quiso hacer seguir el baile y la paranda, 
la gente estaba tan impresionada que poco a poco fueron aban- 
- donando aquel recinto y montando a caballo. 
Juan Blanco se despidió también de la paisanita y de los 
dueños de la casa a quienes pidió amablemente disculpa. 
: Salió afuera y se le vió desatar del palenque un caballo 
Overo bayo, sobre cuyo apero se veía un cuzquito que paseaba 
alegremente de la anca a la cruz. E ia 
-. Sobre aquel caballo montó Juan Blanco y se alejó al trote- 
cito, tomando la dirección del pueblito sin recelo de la partida, 
Que ya debía saber lo que había sucedido al teniente alcalde. 
La voz de aquel suceso llevada por los que habían estado 
_.€n el velorio, se desparramó por todo el pueblo con tal rapidez, 
_Que todo el paisanaje conocía la cosa con «pelos y señales» 
, Comentando el hecho de una manera poco favorable para la 
-' Justicia de paz, que se ha hecho odiosa a todo habitante de - 
ampo, : : e $ ai 
Juan se vino a un café muy concurrido donde se «mmaban 
Sendas partidas de billar pue solían concluir de mala manera, 
Y allí tuvo que aceptar varias convidadas, y corroborar las ver= 
Slones que sobre la azotaina corrían, y que los menos crédulos 
Se permitían poner en duda, pues al hecho magnánimo de no 
hacer uso de las armas ventajosas que llevaba a lá cintura, se 
—Wnía el valor de que aquel hombre se había hecho alarde y la 
Ocurrencia feliz de una rebenqueadura macuca, en pleno baile, 
al reas alcalde más orgulloso y antipático de todo el 
pueblo. a o o 
 
	        
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