Full text: Romancero de mís cerros y de mís ríos

ALBERTO ROBLES 
Ningún remedio del mundo, 
cura la perversidad; 
como tampoco hay quien cure», 
al tonto su terquedad. 
Quien manda a hacer su corona, 
antes de llegar a rey; 
es como el juez que perdona, 
pero fuera de la ley, 
No le des la espalda al miedo, 
enfrentalo sin temor; 
hay que mirarlo de frente, 
hacer gala de valor. 
No es necesario ser genio, 
para ver lo conveniente; 
la prudencia es el camino, Y 
que sigue el inteligente, 
Toda vida tiene un fin, 
comporta una obligación; 
hay que saberla cumplir, 
pero en tiempo y condición. 
En la razón de vivir, 
no hay otro arte que el trabajo; 
saber gozar y sufrir, 
con honor, sin desparpajo, 
Cuidado con el que incita» 
casi siempre es sospechoso; 
amenaza, impreca, grita, 
pero de adentro del pozo. 
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