ESCENA IV
LOS MISMOS, JUAN ALBERTO Y CONRADO
(Entran por la puerta de la derecha, Juan Alberto y Conrado).
Sr. Gordana. — (Poniéndose de pie como movido por un resorte)
El Ministro.
(Saludándole con una grave inclinación) Buenas tardes, señor
Ministro.
Juan Alberto. — (Sin reconocerlo) Ah!...
Sr. Gordana. — Soy el presidente del Club Vida Democrática que
tuvo el honor de entregarle los poderes en su domicilio cuando su de-
partamento lo eligió diputado, y traía una tarjeta del señor Ríos Sán-
chez de... de... especial recomendación. Por si, deséara que le habla-
se en persona al respecto, precisamente, se halla con su familia. De
manera que...
Juan Alberto. — (Después de leer la tarjeta que le ha entregado el
señor Gordana) Perfectamente.
Vaya mañana por mi despacho.
Sr. Gordana,— Si el señor Ministro considerara conveniente ha-
blar con el señor Ríos Sánchez que se encuentra aquí...
Juan Alberto. — No es necesario. Su tarjeta es suficiente...
Sr. Gordana. — Puedo, entonces...
Juan Alberto, — Mañana en mi despacho...
Sr. Gordana. —... contar con que...
Don Rosendo. — Si, señor. Vaya tranquilo.
Sr. Gordana. — (Inclinándose) Doy las gracias al señor Ministro.
(Saludando a don Rosendo) Coronel, a sus órdenes.
Don Rosendo. — Cuente con un amigo.
(Sale el señor Gordana por la puerta del fondo).
ESCENA VII
LOS MISMOS, MENOS EL Sr. GORDANA
Don Rosendo. —(A Juan Alberto) Acaba de hacer usted a un
hombre feliz.
Juan Alberto. — Viene recomendado. á
Don Rosendo. — Estaba un poco asustado. Yo lo tranquilicé lo
que pude.
Juan Alberto. — Parece un hombre competente.
Don Rosendo. — Conversa bastante bien, y el discurso que pronun-
ció en la pasada ocasión, yo recuerdo, me hizo pensar que era un hom-
bre de pluma.
Juan Alberto. — El puesto que solicita les el de inspector de pro-
ductos químicos...
Don Rosendo. — Ah! Si es para eso. Cara de botirario no tiene...