Full text: El desterrado

| nancia invencible y un miedo atroz. Todos los dias abriendo ] 
| diarios para saber lo que dicen; todos los días vigilando, detrás de 
OS 
uno y de otro... midiendo las palabras que se contestan a cualquiera 
que solicita ver a Juan Alberto, como si de nuestra manera de con- 
ducirnos, dependiera la ocultación de un delito por él cometido. 
Y luego esa amistad de Ríos Sánchez su  desverguenza 
| nuestro honor... la pobre mamá! Esto no es existir... es pulgar 
en el infíerno un crimen, ul gran falta... Tienes razón; llévame de 
aqui pronto, lo má pronto que puedas 
l Anselmo. Bueno; 1] que tener valor. Las lágrimas no rem 
dian nada. Todo lo contrario, al traves de se ve menos claro 
Mirta Maldito sea éste mundo de honores donde se nos ha 
metido!! Tu l lijiste Bi presente tengo tus palabras 
La política malsana, la q hace llegar a los primeros puestos pot 
vias torcida 1 t Poco a poco hoy 
ésto y mañana aquello para cada cosa hay una disculpa para 
cada ma] proceder un razonamiento Y así he visto a Juan Al 
berto zozobr: me 1 le miserable ond ndencias, 
abandonando uno trás otro 1 ncul le afección, todas las tablas 
salvadora pue ep ¿ a ce de sus manos. 
Yo he asistido la muert ral de mi pobre hermano, viendo 
como se cumplían una a u tus profecía 
Al principio, en 1 rimeros mi de su carrera, cuando era di 
putado, cuando 1 enta u a r la mano, trataba de leer ense- 
guida « l: olu lond ribía de política, y si había uns 
crítica para él se ponía 10) ” se notaba que le causaba disgusto, 
quedando por alguna 0 tristi mortificado Pero pronto se 
acostumbró a buscar ( rt n oros diarios que le eran  adic 
tos.. Despué de poro tiempo no se pon'a colorado. lo que 
le decian no le cau a wavor efecto, y concluvó por desterrar de su 
lado todo diario que no elogiase 1s actos Ya ministro, puedes fi 
pura ) nt e la 11 Ml c101 A Ni 11 nuestra propia casa 
ha visto lo que sucedía 
Anselmo Me parece que le estoy viendo aquella tarde en que 
sus amigos le hicieron un homenaje al entregarle sus poderes de di- 
nata, 11 vady ne nr ntaba t11 1982 «antes tan senc 
! lla y honrada, 
con aquellos muebles viejos y aquella alfombra podrida, era el mis 
1 adelante debía vivir. 
mo de la vida que e 
Wirta Lha politica es un monstruo 
pl Anselmo, — ue va posesionándose de la víctima lentamente. 
LOS MISMOS Y DOÑA FERMINA 
Doña Fernina. (Apareciendo por 
ver alli a Anselmo). ¿Y tu estabas aquí? 
a izquierda y extrañada de 
Anscimo, Usted me vé. 
Doña Fermina. Sin saberlo, te sentía cerca
	        
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