Full text: Nupcial

NUPCIAL 105 
La confesión pronto acabó. Aquel hom- 
bre, que era tratado como un ajusticiado, 
había sido bueno. Había sido un luchador 
humilde. No podía vanagloriarse de nin- 
gún acto heroico, pero tampoco podía 
echarse en cara ninguna mala acción. Su 
vida había sido un esfuerzo constante ha- 
cia el bien. Llegaba a la muerte sin un 
solo. remordimiento. Salía de la: vida de-- 
jando, tras de sí, una familia honrada, un 
honesto hogar. 
El sacerdote se despidió. El moribundo 
- movió la boca, pero ya no pudo formular 
ningún sonido. La agonía empezó. La pun- 
tilla había sido certera. El crimen estaba 
consumado. 
Al salir de la pieza la Mosigata más] 
frescachona lo esperaba. 
—¿Se confesó, padrecito ? —preguntó. 
—SÍí, hija mía, sí. Casos más difíciles he 
- tenido y he salido avante—añadió con su- 
ficiencia. 
—¿Y cómo lo ve usted? ¿Muy grave, 
verdad ? 
—Sí, hijita, no "para el día. 
21Córo, tan malo estál Dios mío, y. 
sus hijos Pedro y José que no llegarán 
hasta la noche. El médico no creía que 
esto fuera tan pronto, mañana iba a haber 
Una nta 
Se dirigieron hacia la sala. El padre a 
a despedirse. La solterona dijo: 
—Pase, pase un momento, padrecito. Le 
vey a traer una copita. : 
El padre entró. Elena que estaba todavía 
at iba al als, pero la tía le dijo: 
» 
 
	        
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