Full text: Nupcial

NUPCIAL 165 
unirse materialmente con su señora mien- 
tras no la ame ; pero creo también que el 
deber de usted es procurar amarla. 
— | Amarla, amarla! —dijo ' Andrés des- 
corazonado.—Eso es imposible. 
—Nada es verdaderamente imposible, se- 
ñor; ni nada es más fácil que amar cuan- 
do uno se propone amar. Procure usted 
querer asu esposa y llegará a quererla. 
Procure usted olvidarse de sí mismo para 
labrar la dicha de ella, y el resultado será 
que labra su propia dicha; pues el bien 
es así; se convierte en felicidad para: el 
que lo practica. Ya que la señorita Elena, 
en la rectitud de su carácter, ha encon- 
trado la abnegación suficiente para sacri- 
ficarse por la señora de usted, a quien ni 
siquiera conoce, no haga usted estéril su 
sacrificio; no haga inútil su acto heroico. 
La grandeza de ella exige de usted igual 
grandeza. 
—El amor, señor mío—dijo Andrés, —nace 
espontáneamente, no se hace. 
—El amor—dijo el maestro—se cultiva 
como una preciosa planta. 
—No, no opino así—dijo Andrés. 
—Pues seguramente ha visto usted mu- 
chos casos en que el amor no ha nacido 
espontáneamente, sino que ha sido el re- 
sultado de la voluntad de amar. 
—No, no he visto caso tal. 
—Yo creo que sí. ¿No ha visto usted 
matrimonios sin hijos que adoptan un huér- 
fano? ¿No ha visto usted que al poco 
tiempo el huerfanito es adorado como si 
fuera un hijo? Aquel matrimonio al adop- 
tar a aquel niño se propuso amarlo y lo 
 
	        
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