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amó con el más grande de todos los amo-
res: con el amor paternal. ¿No ha visto,
usted a mujeres que se han casado sin amor
y que al poco tiempo están profundamente
enamoradas de sus esposos? Y usted mis-
mo, 'dígame: ¿Al conocer a Carlitos lo
amaba ? ]
- —No, señor—dijo Andrés, —recuerdo que
sentí por él repulsión, hostilidad, casi odio.
—Pero se propuso usted cumplir hacia
él un deber; un deber que entrañaba amor,
y bien pronto ese niño le fué profunda-
; mente amado. La vida os pone frente a
otro nuevo deber. No debéis eludirlo, de-
béis aceptarlo con la grandeza de alma
con que aceptásteis aquél. De nuevo un
ser indefenso, un ser débil, toca a las puer-
tas de vuestro corazón. De nuevo una po-.
¿bre alma sin guía, sin alegría, y sin luz,
os pide una migaja de cariño; no se la
_neguéis. El amor es un huésped divino,
no' le cerréis vuestra puerta. La verdadera
E superioridad del hombre no consiste en ser
el maniquí de sus pasiones. Consiste . en
ser el dominador de ellas; consiste en con-=
servar siempre una libertad absoluta de
acción; consiste en saber afrontar y cum-
plir todos los deberes que le imponga. la:
vida. ;