T. F. DE ISASSI
XXII
CARTA DE ANDRES A KELLER
«Señor don Otto Keller.
Muy estimado y fino amigo:
Llegué sin novedad a esta finca. He pro-
curado poner desde luego en práctica sus
sabias indicaciones. La tarea me descora-
zona. Creo que nunca podré amar a mi
infeliz esposa. Como no soy del todo malo
esto me aflije. Josefina no tiene la culpa
de lo que ha pasado y, sin embargo, sien-
to hacia ella inquina. Siento hacia ella el
despecho, la rabia, que se siente hacia el
obstáculo que se opone a nuestra dicha.
Soy injusto, lo comprendo, pero no puedo
remediarlo. i
La acabo de dejar a la puerta de la al-
coba nupcial. No, no puedo entrar ahí.
No puedo ver a otra mujer en esa alcoba
que era para mi Elena. E
¿Por qué amo a aquella mujer yno a
esta? me pregunto. Josefina es casi tan
perfecta, es casi tan hermosa como Elena.
¿Por qué la una me deja impasible y el
. menor contacto de la otra me hacía des-
_ fallecer de placer?
La razón vulgar dice: Porque a Elena; '
la amas. Pero, en esencia, ¿qué quiere
decir €so? ¿Qué és el amor? ¿Por qué