T. F. DE ISASSI
XXIIMI
CARTA DE KELLER A ANDRES
«Señor don Andrés Fernández de Lara.
Muy distinguido y fino amigo:
El Dolor y el Amor enseñan lo que nin-
gún maestro, lo que ningún libro pueden
enseñar. El Amor y el Dolor os han he-
cho levantar una punta del velo que en-
cubre el Divino Misterio y os ha revelado
algunos de sus secretos. i
Sólo un gran amor pudo haberos mos-
trado la verdad que encierra esta frase
que escribísteis en vuestra carta: «Me pa-
rece que el amor que yo siento por Elena
no nació al encontrarla. Me parece que
era un germen que ya vivía en mí; en
la parte más viva de mi vitalidad, en lo,
más recóndito de mi pensamiento». Esa
frase vuestra, señor, encierra, a mi enten-
der, una gran verdad. ./
El amor que vos y la señorita Elena os
profesáis viene de un pasado muy lejano ;,
tan lejano, que viene más allá de vuestra
presente vida, más allá de todos vuestros
recuerdos. Nació, quizás, en vidas anterio-
res, en existencias vividas, por la parte
más espiritual de vuestros seres. En esas
pasadas existencias la señorita Elena y vos
fuísteis forjando vuestro mutuo amor ; fuís-