Full text: Nupcial

274 T. F. DE ISASSI 
Sol ! Si me indultan, si llego a conseguir 
mi libertad, me darás un pedazo de tierra, 
¿verdad ? 
—Sí, sí, por supuesto. 
—Trabajaré, sé trabajar, verás. Me lle- 
varé a mi mujer y a mis chicos. ¡Qué 2 
tentos vamos a estar todos! 
Aquellos pensamientos lo tranquilizaron y, 
poco a poco, se fué quedando. dormido. 
Había en la prisión un silencio tan pro- 
fundo que Carlos se sintió sobrecogido. 
Miró hacia todos lados con estupor, casi 
con miedo. ¡Qué extraño era todo aque- 
llo! Miraba a aquel hombre enjaulado co- 
mo una fiera en aquel calabozo, del que 
sólo saldría para entrar en la tumba y 
creía, soñar. 
La ferocidad, la crueldad inaudita, de la 
pena de muerte, se presentó á su imagi-. 
nación en toda su siniestra desnudez. Re- 
cordó una frase que alguna vez había 
leído: «La justicia humana no ha encon- 
- trado mejor manera de castigar al homi- das 
cida que imitarlo. » : 
Se quedó pensativo. tal ideas se ear 
.paban a su frente, que la sentía adolorida, 
abrasada, como si tuviera fiebre. ¡Vengar- 
“se en nombre de la justicia, matar en nom- dd 
bre de la ley, le parecía monstruoso. Tra- 
tar de borrar una mancha con otra man-. 
cha, una sangre con otra sangre. Casti- 
gar un crimen con otro crimen, una muer- 
te con otra muerte, 'le parecía absurdo. 
¿Se convenía en que el homicidio era un 
delito? Sí. Pues entonces, ¿por qué co-' 
- meterlo en mombre de la ley? ¿Por qué 
sancionarlo amparándolo con el manto de 
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