Full text: Vida del Teniente General Julio Argentino Roca

  
  
  
  
  
  
  
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La milicia no es más que una 
Religión de hombres honrados. 
Hombre honrado, muy honrado, fué Artemio Gra- 
majo! Algo más: modelo de lealtad y consecuencia 
esencialmente raras en las épocas actuales. 
El Teniente General Roca, que tributa culto a la 
amistad libre de impurezas y absolutamente desintere- 
sada, estimando lo bueno en cuanto es bueno, prodigó 
solícitos cuidados a su amigo enfermo, sin apartarse 
tampoco de st lado desde el principio del proceso de 
su grave enfermedad, hasta que la muerte, con su in- 
sensible corazón de hierro, entrañas de bronce, mano 
pesada y apetito insaciable, esa muerte a la cual los 
guerreros espartanos confundían con el sueño, descen- 
diente como ella de la noche, se presentó, y victimó 
al oficial ejemplar de los ejércitos de Roca en Ñaembé, 
Santa Rosa, en las fronteras y en la conquista del 
Desierto, al ayudante de la entera confianza de aquel 
Teniente General, a su edecán caballeresco en sus dos 
presidencias, a su amigo tan querido, cual si fuera un 
hermano que le hubieran deparado la sociedad y la 
patria. 
El ilustre ex Presidente no empuñaba el olmo seco, 
ni la corona de mirto el 11 de Enero de 1914; lloraba 
por dentro, como lloran los padres y los hermanos, 
harto dió a conocer su dolor, cuando presenció a la 1.45 
de ese día, el fulminante deceso del Coronel Gramajo, 
y al velar el cadáver de éste de día y de noche. 
Lo estereotipó, mejor dicho, en la plancha perma- 
nente y sólida que cubre la tumba de su extinto amigo, 
al escribir y pronunciar, ante esa misma tumba, esta 
fervorosa y conmovedora oración: 
 
	        
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