FÉLIX ORTIZ Y SAN PELAYO 205
amargura fué lo que me dice en una de las suyas: «Recuerde
que yo he pedido muchas veces a la Patriótica que enviase
notas detalladas de su historia, su actual constitución y sus
proyectos».
Todo cuanto documento ha salido de estas oficinas para los
socios se le ha enviado a usted desde hace muchos años. Tam-
bién se ha mandado al ministerio de Estado y aquí a la Le-
gación.
En este mismo año se han mandado las memorias, de las que
nadie hace mención ahí, a pesar de contener cuanto ha hecho y
cuanto hacer se propone.
Además; usted conoce personalmente a muchos que han po-
dido enterarle de, lo que la Patriótica es y puede ser. Yo mismo
tuve la íntima honra de conversar con usted repetidas veces en
su domicilio particular, en la Unión Ibero-Americana, en mi
casa en Madrid, cuando vino a confundirme con sus varias vl-
sitas; en fin, don Rafael, ¿para qué ocultarle? la Patriótica es-
peraba de usted, no una defensa negativa, mejor dicho pasiva
como la que ha hecho, esperaba el fervor de sus entusiasmos
por la justicia de la causa de la Patriótica que usted no debía
ignorar, como yo no debo, me está prohibido ignorar, los inereí-
bles, imponderables, incesantes trabajos que con tanto brillo y
constancia admirables realiza el insigne español, por mil con-
ceptos benemérito a los americanos, a los españoles residentes en
América y a España, don Rafael M.* de Labra.
Si cometo indiscreciones, perdóneme. Los amigos verdaderos
deben ser para los malos momentos, porque en los buenos es fácil
confundirlos con quienes no lo son tanto.
Cuente con que siempre lo será de usted su affmo. admi-
Sator 8:7s: q. vb: 8. 1.
Fénix Ortiz y San PELAYO
La lectura de la carta abierta que antecede no he de comen-
tarla, porque basta su lectura para que quede bien establecido
que al Gobierno Español no le hubiera ocurrido mover este