FÉLIX ORTIZ Y SAN PELAYO 63
Cualquier retirada era explicable; y ninguno de los que no
ven cómo ocurren las cosas entre bastidores, pudo darse cuenta
de estos disgustos, bien menores por cierto que los que nos aba-
tían desde allende los mares.
En este abatimiento rayano en desmoralización que se 'apo-
deró de la mayoría de los españoles, encontraron los enemigos
E de las Juntas de la Patriótica terreno propicio para hacer cun-
- dir la idea de que había ya terminado su misión y no tenía, por
consiguiente, razón de existir. :
Fueron bastantes los que dieron entrada en su espíritu a
este bien equivocado concepto. Pero como he dicho antes, el
momento no podía ser más propicio dado el estado de ánimo de
los españoles, para hacer frustrar empresa de cualquier índole.
Había, no obstante, algo que no podía abandonarse sin caer
en el más espantoso de los ridículos. El crucero Río de la Plata
no había sido entregado todavía y faltaba pagar algunas can-
tidades que por tal concepto estaban en la Tesorería de la Pa-
triótica. Tenía además la Patriótica otros fines que había cla-
tamente esbozado practicándolos y daría la colectividad prue-
bas de pusilanimidad y cobardía, si por un desencanto, aunque
explicable, dejaba todo lo honroso y benéfico en el mayor aban-
dono y se retiraba como histéricas mujeres a llorar daños que en
parte con impavidez y entereza se podían aminorar para de-
coro de la colectividad y honor de la misma Patria, que no
doblega su cerviz ni aun ante las mayores crueldades de inicuos
enemigos, que sólo se alegrarían con verla borrada del número
de las naciones.
No; no es en los días de triunfos cuando mejor se aquilata el
temple de alma del soldado, sino en los días de amargura, so-
portando la suerte con digno rendimiento, modesta altivez y
espíritu de resignación y sacrificio, que proclaman la estirpe no-
bilísima de que desciende.
Las Juntas de la Patriótica, inspiradas en este espíritu de
honor y patriotismo, cóntinuaron sus trabajos a favor de Es-
paña y los españoles necesitados, sin darse por entendidas de
las enemistades que había suscitado su existencia.