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internos, y desacreditada ante la opinión, no te
nía otro apoyo que un grupo reducido de ami
! gos y el ejército bien equipado que mantenía re
partido por toda Ta provincia. Tambaleante ya
en su gobierno, el gobernador Costa provocó una
reunión de diputados y senadores provinciales, y
en ella se convino acatar en apariencia la orden
del gobierno nacional. Se entregarían al emisario
nacional unas cuantas armas, de las más inservi
bles, y se licenciaría por unas horas un batallón
que se encontraba en La Plata. Al terminar la
reunión, el gobernador Gosta declaró para tran
quilidad de suS“4migos, «que no abandonaría el
puesto sino cayendo por una bala enemiga ó por
el juicio político ».
Al decreto de desarme le sucedió el de interven
ción al Banco de la provincia de Buenos Aires (1),
fundado en la necesidad de reglamentar la ley
de moratorias del Banco (2) á cuyo efecto se
nombró una comisión compuesta de los seño
res Leonardo Pereyra, Ricardo Lavalle y Eus
toquio Díaz Vélez. El gobernador Gosta que
veía llegado el último momento de su go
(1) Decreto de 20 de julio de 1903
(2) Ley número 276