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A ahora en comprobar la autenticidad de los documentos
- presentados por el honorable señor Secretario, entre los
cuales se encuentra desde luego esa bula de Leon XII,
reconocida por apócrifa. Puede que mas tarde tenga la
ocasion de hacerlo.
Debo una contestacion al honorable señor diputado
por la Serena i no quiero incurrir en la descortesía de
no darla,
El honorable diputado por la Serena me ha hecho a
cada paso, en su último discurso, un reproche contra el
cual debo protestar ante todo. Su Señoría me increpaba
con dureza que yo hubiese sacado de su quicio la cues-
tion que se debate.
Habeis venido, me dijo, a defender ala Iglesia, que na-
die atacaba; habeis venido a defender el derecho i la li-
bertad de los Obispos para concurrir al Concilio, derecho
| libertad que nadie ha puesto en duda.
Para desvanecer este inmerecido reproche, me basta-
ria apelar al testimonio de la Cámara entera. Si así hu-
biera acontecido, yo habria sido el primero en felicitar-
me de ello.
Nadie como yo lamenta el jiro que los adversarios del
proyecto han dado a la discusion. Reconociendo su ur-
jencia i su justicia, nada hubiera deseado mas que el que
la discusion se hubiera reducido a estrechos límites. Si
en álguien ha existido el propósito de retardarla i pro-
longarla, sacándola de su verdadero terreno, ese álguien
no puedo ser yo indudablemente.
¿Quién se ha opuesto constantemente a la pronta dis-
cusion de este asunto, pretendiendo que la Cámara no
Se Ocupase en otra cosa que en esa barra del Maule en
que la nave del Congreso ha estado encallada por dos
meses? ¿Quién, con el mismo declarado propósito, en un
proyecto que consta de un solo artículo, pidió dos dis-