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Ah ! Tratándose de la Iglesia católica, es inútil el
pedir justicia 4 los gobiernos. Cualquiera diria que
tienen ligadas las manos para todo lo que no sea hacer
el mal. po
Tambien es frecuente el encontrar gobiernos que de-
jando en completa libertad á los que publican procla-
mas incendiarias ó demagógicas, se ocupen en prohibir
á los Obispos la publicacion de cartas pastorales. Esto
desgraciadamente, lo hemos visto no há mucho.
Negar á los Obispos el derecho de publicar Pasto-
rales es lo mismo que negarles el derecho de predicar,
enseñar ó dirigir instrucciones á sus diocesanos.
Ademas, el perseguir á los Obispos por lo que dicen
en sus Pastorales, que todo se reduce á recomendar la
virtud y la fe, es cosa que no puede ni áun calificarse,
sobre todo cuando se trata de gobiernos que hacen pú-
blico alarde de conceder absoluta libertad al mal.
Por último, hoy mismo se está viendo que abun-
dan las autoridades civiles que se obstinan en manifes-
tar á quiénes se deben dar y á quiénes no deben darse
los Sacramentos. Los gobiernos, en efecto, quieren ave-
riguar á quién se admite ó no se admite para padrino
de bautismo, á quién se niega ó se concede la absolu-
cion, á quién se da ó no se da sepultura eclesiástica, á
quién, en fin, se excomulga Ó se impone la pena de
suspension.
Estos son atentados contra Dios, que exige que se
respete la autoridad de'su Iglesia ; contra la razon, que
prescribe que nadie se ingiera en lo que no es de su
competencia, y contra la misma libertad de cultos, que
impone el imperioso deber de conceder á la única Ke- *
ligion verdadera siquiera la libertad que se concede á
todas las religiones falsas.
VIT. En la Proposicion 45 se condena el error de
los que dicen que la Iglesia no debe tener intervencion