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porque se abrirán vuestros ojos, y conocereis lo bueno
y lo malo.”
Del propio modo, hablando al orgullo, dicen los ra-
cionalistas : “Que no os detengan la fe, la humildad y
la veneracion. No mediteis en la limitacion de vuestra
inteligencia. Proceded como si tuvieseis una inteligen-
cia infinita, y no dejeis nada sin examinar, ni admitais
nada, tanto del Cielo como de la tierra, que ántes no ha-
yais examinado. V uestra razon es capaz de todo esto.”(1)
Los dogmas de la Religion cristiana pueden consi-
derarse como divididos en dos clases distintas, á saber:
1.2 Los que, como la existencia de Dios y la inmor- ,
talidad del alma, no son superiores á los alcances de la
razon humana.
2.2 Los que, como los misterios de la Santísima
Trinidad, la Encarnacion y la justificacion, aunque no
sean de ninguna manera contrarios á la razon, están
fuera de los límites de la razon.
Respecto 4 los primeros, nadie duda que la razon
humana puede conocerlos y demostrarlos, aunque no
sin gran dificultad y bastantes peligros.
Respecto á los segundos, por más que se afane la ra-
zon humana, nunca podrá llegar á hacer lo propio.
La razon de esto es obvia. . Todo lo quees limitado no
puede hacer nada más allá de sus propios límites. La
vista solo alcanza hasta donde alcanza, y más allá, por
más que se fatigue, no descubre ni vislumbra nada.
(1) Si tratándose de cosas tan graves fuese lícito el recor-
dar sentencias vulgares, diriamos que el consejo de los ra-
cionalistas se parece muchísimo en este caso, á la conducta
del sapo de la fíbula que, hinchándose, se. atravesó en un
camino con el fin de impedir el paso 4 una enorme carreta.
El símil será vulgar; pero revela sin embargo, lo que es la
vanidad, cuando se empeña en conseguir lo imposible.