Full text: El Cerro de las Campanas

   
  
  
EL CERRO DE LAS CAMPANAS A 9% 
  
     
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ían los frentes de las plateas grandes espejos que reprodu- 
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habi una y otra vez el local en sus lunas; y á lo largo del salón 
i Euno. dos órdenes de asientos, sin que faltaran estos en palco al- 
  
e Le pd bandas de música habían dispuestas para la ejecución de 
+ Ue il dos de ellas, del ejército francés, ocupaban varios pal- 
dos A EnIOS, una frente á otra, la tercera, mexicana, sl 
E hgañamos, permanecía detrás del fondo del bosque. 
Aim: pecto de todo el teatro era magnífico, aun antes de que lo 
Ata la concurrencia. , 
VIT. 
poo guardia de zuavos ocupaba la escalinata del teatro. 
arrosan estíbulo dos granaderos de á caballo estaban apostados, 
sántes, inmóviles, como dos estátuas. 
quelas qe car en los corredores la gente, hacía entrega de sus es- 
jados e e convite á una comisión; los sombreros y abrigos eran de- 
llerog n los saloncitos de que ya hemos hecho mención, y caba- 
estaba. señoras se dirijían á la gran sala, que á las diez y media 
k a enteramente llena. e E 
del den hora el toque de una marcha militar anunció la llegada 
d al Forey, quien seguido de su Estado Mayor recorrió des- 
de je el salón, saludando cortésmente á las señoras. 
que no ciales de la comitiva se detuvieron frente á dos jóvenes 
_¿Maban la atención por su lujo y hermosura. 
Al dijo uno de ellos, eso es abusar del derecho de ser 
a ora, esto es herir sin compasión. : 
ota e dijo Clara á su compañera, viene muy galante 
E o Soy de su misma opinión, respondió Luz con una sonrisa ca- 
2 2 pe Tesucitar á un muerto. 
aña. dos crepúsculos, continuó el comandante, el ángel de la 
ua y el de la tarde, los dos extremos son encantadores. 
Señor Demuriez, dijo Luz, viene usted del país de la belleza. 
tray onorita, estoy. en el paraíso, y las mujeres nunca pueden en- 
pi! e comparación con las nubes ni las apariciones. 
Ust apitán Hugues no es de la misma opinión, dijo Clara, véalo 
e “omo permanece mudo. 
y ce admiración, respondió el capitán, esto paraliza mi lengua 
Derio Maginación, estoy. verdaderamente fascinado, hay algo su- 
Da mi ser que me influencia en estos momentos. | 
OStay es ustedes, dijo Clara dando rienda á su hilaridad, van á 
bulos Muy molestos esta noche; figúrate, amiga mía, unos sonám- 
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a opiamento, respondió Demuriez, y tomó asiento junto á 
A es , 
EN capitán permaneció de pié y entabló conversación sobre el 
á y ul del teatro; no se atrevía á aventurar una sola galantería 
uluella mujer que verdaderamente lo fascinaba. 
IX. 
topo Veinte metros sobre el piso, es decir, á la altura de los palcos 
dos. E se encontraba el maldiciente joven de los bigotes retorci- 
. > Scompañado de su inseparable amigo Luis, uno de los jóve. 
    
  
    
 
	        
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