A AT CIUAN de MENOS,
nores, coche á la puerta, condecoraciones, buen cocinero, mini
tros, magníficos vinos, chambelanes y pescado fresco; porque 4
lo haremos traer al emperador como sus súbditos á Moctezuma Jl
—El archiduque va á llevar una verdadera sorpresa: en Euro. |
pa nos tienen por hombres de plumas y flechas. . q
—Eso es inexacto, señor de Cantolla, muy inexácto; es cierto
que en el cuadro que existe en las Tullerías én que está la glorios.
toma de Veracruz por el príncipe Joinville, nos han pintado com0.
á los antiguos mexicanos, pero todo es obra del pintor. IN
-—Los artistas, señor de Fajardo, todo lo echan á perder, To":
“memos esta copa por la aceptación de S. A. 1. y R. el archiduque.
Maximiliano. y
X.
Pasemos á un círculo más elevado de la diplomacia, para Pp
Hnernos al tanto de la situación.
El general Almonte y monseñor Labastida, rodeados de un gru
po de personas de valer en la monarquía, hablaban de la aceptd |
ción, que era la cuestión puesta á la orden del día. 0
—Desde octubre de 61 datan, decía Almonte, las primeras inst
-, huaciones á la corte de Viena, con motivo de la candidatura del 'M
- archiduque Maximiliano. S. M. Francisco José contestó que agri”
decía la preferencia, pero que en este negocio se abstenía de hace!
insinuación alguna á su augusto hermano, que era el único 4”
bitro para tomar una resolución definitiva cuando llegase el m0.
mento. dra e ]
—De todas maneras, dijo el arzobispo regente, como importabi
saber hasta qué punto la corte de Viena se prestaría á realiza! E
los votos de la nación mexicana, S. M. Apostólica envió inmedi
tamente después de las primeras indicaciones confidenciales de 4.
corte de las Tullerías, al conde de Rechberg al castillo de Mirar.
mar: tenía encargo el ministro de negocios extranjeros de exp%.
ner al príncipe los altos destinos á que la voluntad del puebl0, a
mexicano y las simpatías personales de S. M. Napoleón III, se 14
servaban llamarlo, para el caso en que tuviera un éxito feliz 1%)
expedición francesa. A : ó
—Sí, agregó Almonte, el conde estaba autorizado para declar”.
á S. A. que el emperador Francisco José, como jefe de la familll —.
imperial, le dejaba plena libertad para tomar el partido que mejo!
le conviniese. a 0
—El archiduque, prosiguió el arzobispo, se manifestó muy CoN”
movido de que en el momento mismo de haber fabricado la resP :
dencia en Miramar para permanecer extraño á la política, S. Y:
el emperador de los franceses lo hubiera designado á la elecció
del pueblo mexicano, para llenar una misión tan grande y elev”
da, la regeneración del antiguo imperio de Moctezuma. A
—-En el mismo año y por aquellos mismos días, monseñor 1% *
bastida estuvo en el palacio de Miramar. *
.—Es cierto, dijo el Regente, le merecí á S. A. se dignara escU' |.
charme, he excitado al noble príncipe en nombre de la religión
de todo el episcopado mexicano, á que aceptase la santá y sagral
misión para que lo hubiera predestinado en sus impenetrablé
designios la Providencia Divina. ;
—El archiduque, repuso Almonte, ha contraído desde entonce?
un compromiso tácito y moral respecto del episcopado mexica