Full text: El Cerro de las Campanas

     
      
  
A 
EL: CERRO DE LAS CAMPAÑAS 
, 
, 
  
   
       
      
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
    
   
  
   
  
  
  
    
   
   
   
    
   
    
   
  
  
  
  
     
          
      
     
27 
a 
  
-. En los instantes en que es necesario aprovechar cuantos elemen- 
- Los se presentan, en que se necesitan brazos que empuñen las armas 
Para combatir á un enemigo terrible, y defender intereses que es- 
tán sobre todas las consideraciones humanas, todo es permitido. 
Cierto es que envuelve una inmoralidad, sacar de las prisiones á 
OS reos para filiarlos en un ejército que por móvil debe tener el 
houor y el decoro; pero repetimos, en esos momentos de angustia 
se obra discrecionalmente, y las circunstancias autorizan esos he- 
chos, que no pasarían en épocas de orden y de reposo público. 
Volvamos al teatro de los sucesos. 
A la hora en que el ejército bajaba de las cumbres á la llanura 
de Salazar, tornaron á aparecer en mayor número las fuerzas 
reaccionarias y á introducir el desórden en las filas republicanas. 
a Los guerrilleros sostenían el fuego y arrojaban al enemigo allen- 
+ de las laderas del camino. a 
| Favorecidos los presidiarios que formaban el batallón á que nos 
hemos referido, por el fuego de los destacamentos traidores, comen- 
Zaron á desbandarse. 
El general, no pudiendo contener á la tropa, volvió sus baterías 
y metralló á los dispersos. E 
El general Vega que cuidaba la retaguardia del ejército, al oir 
el fuego, creyó que el enemigo había sorprendido á las fuerzas, 
- Quiso adelantarse con su columna, cuando vió llegar en bandadas 
2 los soldados, que al grito de ¡viva la religión! buscaban la fuga 
Protejidos por las fuerzas contrarias. EN 
Vega no acostumbra detenerse ante los obstáculos ni los peligros. 
Una fatalidad había hecho que se encontrase á la retaguardia de 
as divisiones. 
Jñ rasgo de audacia y todo estaba salvado. Se 
Mandó hacer alto á los carros en que venían los enfermos, hizo 
Ormar á aquellos hombres macilentos y casi desfallecidos, les dió 
_A'Mas, y á su cabeza comenzó á contener la dispersión. 
¿A los primeros disparos comenzaron á vacilar los desertores acri- 
billados por dos fuegos contrarios, los más fueron hechos prisio- 
NÑeros por los soldados enfermos de la valiente división de Sinaloa. 
Las guerrillas enemigas fueron dispersadas completamente. 
Al ormáronse los prisioneros delante del ejército que había hecho 
O. 
El general Porfirio Díaz, que tanto se distingue en la disciplina 
Militar como en el valor temerario que desplega en los accidentes 
se de la campaña, mandó quintar á los desertores. ; 
A _ Un oficial salió de entre las filas, y comenzando por la derecha, 
á contar ¡uno... dos... tres... cuatro.... cinco!... E 
El soldado á quien tocó este número fatal dió tres pasos al frente. 
fr dedo de la fatalidad lo había señalado como la primera víc-, 
- Siguió aquella cuenta de muerte hasta la conclusión... 
- Entre aquellos infelices había algunos soldados del benemérito 
. €jército de Oriente, arrastrados por el destino á uno de esos mo- 
Ines que se contienen con el bronce. : 
Formóse el cuadro sobre el camino, y aquellos infelices se arro- 
lillaron para recibir la muerte. : 
El ejército contemplaba aquel cuadro aterrador, nadie estaba en 
$u color natural. ó cad 
Era necesario aquel espectáculo ante un ejército en que ya se 
dejaban sentir los síntomas del desórden, ante un ejército que era 
€Speranza de la revolución, : MS IO 
  
Y 
 
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.