Full text: El Cerro de las Campanas

    
   
     
  
  
  
  
  
  
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EL CERRO DE LAS CAMPANAS 433 
  
_Atravesado á pié enjuto el mar Rojo de la revolución y del infortu- 
nio para llegar á la tierra prometida de la victoria. 
Entonces el general Escobedo se adelantó con sw Estado Mayor. 
El Emperador bajaba por las rocas á su encuentro. : 
Imágen de la fortuna, reflejo vivo de aquella terrible situación. 
Maximiliano descendía del pedestal de su gloria, y Escobedo re- 
Presentante de la república ascendía á la cumbre desalojada por la 
Usurpación. 
_ Aquellos dos hombres se encontraron. 
Vencido y vencedor se tendieron la mano. 
La fortuna y la desgracia se apersonaban. 
El génio de la victoria. y el de la derrota se saludaban sobre el 
campo de los combates. 
En aquellas rocas se destacaban dos grandiosas figuras de la his- 
toria contemporánea. 
El imperio y la república. 
Sobre el monumento de granito las dos entidades del siglo XIX. 
La idea democrática y el absolutismo. ] 
Maximiliano desenvainó la espada que ya le abrasaba la mano 
y la entregó al general republicáno, como Francisco 1 á Cárlos V 
después de la batalla de Pavía. 
CAPITULO VIGÉSIMOSEGUNDO. 
La ciudad de los Mártires. 
L. : 
El sitio de México se estrechaba más y más cada día. 
,, El general Riva Palacio á quién Escobedo confió la guarda del 
llustre prisionero de Querétaro, luego que lo dejó asegurado en la 
| Celda del convento de la Cruz, emprendió su marcha para reforzar 
| “on su orgullosa división el ejército de Porfirio Díaz, que seguía 
Avanzando sus paralelas por el rumbo del Norte. : ; 
El pueblo de la capital salía en masa por las garitas buscando 
“como centro de recursos la ciudad de los Mártires. 
El cuartel general nombró á Miguel Veraza prefecto político y 
Comandante militar de la plaza. : 
Ya.el lector conoce á este individuo y más aún la tenacidad de su 
Carácter. 
bi Veraza tiene un corazón envidiable por su generosidad, tan des- 
ltuido de malos sentimientos como de cabellos su infeliz mollera. 
Veraza alojó á cuantas familias solicitaron su auxilio. 
Los palacios de Barrón y Escandón los convirtió en hoteles grátis. 
A Aquellos suntuosos edificios fueron profanados, como decían los 
Onservadores, por el pueblo emigrante. 
BNO quedó una sola casa en Tacubaya que no estuviese literalmen- 
e llena de huéspedes, hasta en los patios y caballerizas. 
a todo estaba ocupado, Veraza alojó al pueblo en la ala- 
a. 
pas familias acudían á tomar posesión de un árbol] y se agrupa- 
pn en derredor, teniendo por toldo las frondosas ramas de los 
Snos. 
Las calles formadas por la arboleda estaban ocupadas con vendi- 
s a un precio baratísimo. : : : OS 
EL CERRO DE LAS CAMPANAS - 28.
	        
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