Full text: La conquista del Perú

  
LA CONQUISTA DEL PERU. 
  
  
  
Pizarro llegó á Cuzco perseguido con obstinacion 
por los Peruanos; en su retirada hizo prodigios 
de valor que otra veces lo hubiesen asegurado la 
victoria, pero los súbditos de los Incas se batieron 
como soldados éuropeos, y su número les aseguró 
el triunfo. Almagro dió regularidad 4 las masas 
armadas que discurrian errantes á la muerte, y 
la aurora de la libertad del Perú, parecia ya €s- 
clarecer en el Oriente. La capital se consternó al 
ver llegar en derrota al gobernador; el atleta que 
jamás se vió vencido, se miraba humillado y 
amenazado por un enemigo formidable. Entonces 
se empezó á conocer la desacertada política de 
haber roto con Almagro y con otros compañeros, 
que huyendo de Pizarro y Luque tuvieron que 
marchar al campo enemigo. La disciplina en los 
4 combates, la union impenetrable de las masas 
y todo se miraba como efecto de la instruccion de 
E los Españoles, y la sangre de los Peruanos no 
correría ya impune en los campos de batalla. 
Valientes llenos de amor par su patria, jamás se 
intimidaron á vista de las tumbas; pero sus arcos 
y sus flechas, sus débiles lanzas, jomás pudieran 
cruzarse coll las espadas europeas; mas cuando se 
vió que empuñabap aceros, cuando lejos de huir 
,alerrados al estampido del cañon, derramaban 
tambien la muerte con su artillería, era preciso 
que desmayasen los conquistadores. Un pueblo 
que tiene armas y virtudes, jamás doblega su 
cuello al yugo de los tiranos! 
Pizarro entró en la ciudad con 200 soldados, 
pero bien pronto se tendieron en la campiña mu- 
chos Batallones peruanos que le seguian en su 
retirada, y ya los conquistadores parecian estar 
solo á la defensiva. Almagro para tomar la capital 
no quiso se pasara el terror de la primera der- 
rota. Pizarro valiente, intrópido hasta la lemerl- 
dad, centelleaba fuego por sus ojos; mil veces 
prefiriera la muerte al baldon de ser vencido, y 
resolvió atacar con furor á los sitiadores. Luque, 
á pesar de ser bastante político para Conocer 
enanto habian variado las circunstancias del im- 
  
  
  
  
  
   
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
   
con sensatez. « Jamás la cruz se vió hollada por 
hereges, decia al gobernador, » y se dispuso á la 
campaña escomulgando solemnemente á Almagro, 
  
  
  
perio, era demasiado fanático para poder pensar 
  
XXIV. 
VENGANZA. 
Las-Casas y cuantos Españoles seguian las ban 
deras de Huascar. Bien sabia que todos predicaban 
el cristianismo, que Huascar y la mayor parte del 
egército peruano habian ya recibido las aguas de 
la salvacion, pero tambien sabia que estaba abierto 
el templo del Sol, y que se toleraba la pompa de 
Satanás, y suponia aquellos cristianos como escla- 
ves del demonio. El Gobernador delirando por 
venganza, sepultado en la memoria de haber sido 
vencido, se olvidó de los amores de Ocollo, y 
su alma solo se alimentaba de deseos de sangre. 
Ocollo en tanto vivia en la mas desesperada z0zo- 
pra : escapar al campo de Huascar no era posible, 
su venganza tampoco estaba consumada, y elGo- 
bernador podia llegar á la desesperacion. 
Pizarro en breve reunió -500 hombres, y á 
pesar de ser sestuplas las fuerzas del enemigo, no 
dudó arrojarse al combate; su sed de venganza 
lo precipitaba..... Luque aunque no conocia todo 
el peligro que les amenazaba, mas tranquila su 
mente que la de Pizarro, miraba seis mil comba- 
tientes á la Europea mandados por Almagro, con 
otras infinitas fuerzas no disciplinadas, y juzgó 
conveniente enarbolar la cruz en el combate por- 
que conocia que le era altamente necesaria la 
cooperacian del cielo. Se iba á pelear por la liber- 
tad de un gran pueblo, y dos héroes de aquel 
siglo, dominados por resentimientos personales, 
mandaban las fuerzas combatientes; el choque 
no podia menos de ser horroroso, y el campo de 
batalla se habia de. transformar en un osario 
cubierto de sangre. Pizarro contaba con menores 
fuerzas, pero sus soldados eran mas tácticos y ve- 
teranos, y numeraba valientes oficiales, Almagro, 
aunque con fuerzas numerosas, tenia que atender 
al asedio; con dificultad pudiera empeñar todos 
sus batallones en el combate, y por mucho que 
los Peruanos hubiesen adelantado en la táctica 
europea, siempre serian visoños, y el jefe no pu- 
diera contar con subalternos de confianza. Tal 
era el estado de los campos enemigos cuando 
Almagro sitiaba á Cuzco, y Pizarro se preparaba 
á rechazarle vengando su oprobio. 
Por arrogante que fuese un guerrero en el si= 
glo xvr, no salia jamás al campo de batalla sin 
haber recibido todos las socoros espirituales, por si 
   
  
  
 
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.