Full text: Tomo 2 (2)

J 
EL CONDE DE 
sado? ¿Os atrevéis a dar a vuestros 
conciudadanos el espectáculo de una 
incorrección que no tiene igual en una 
época tan relajada ? 
Diez personas se apresuraron a acer- 
karse al procurador del rey, que, me- 
dio aterrado, permanecía en su asien- 
to; ofreciéronle consuelos, procuraron 
animarle y protestaron de su celo y sim- 
patías. 
Decían. que una mujer se había des- 
mayado : hiciéronla respirar varias sa- 
les y se repuso. 
Durante el tumulto, Andrés habia 
vuelto la cara, sonriéndose hacia la 
asamblea, y apoyando una mano en se- 
guida en el respaldar del banco y en la 
postura más graciosa ; 
—Señores — dijo— : no permita Dios 
que procure insultar al tribunal y dar 
un escándalo inútil en presencia de tan 
honorable reunión. Me han preguntado 
qué edad tengo, y he respondido; de 
dónde soy, respondo: mi nombre no 
puedo decirlo, porque mis padres me 
abandonaron. Pero puedo muy bien, 
sin decir mi nombre, puesto que no ¡o 
tengo, decir el de mi padre, y lo repito, 
se llama M. de Villefort, y estoy pron- 
to a probarlo. 
Habla en el acento del joven tanta 
verdad, tantas convicción y energía, que 
redujo el tumulto al silencio, Las mi- 
radas se dirigieron todas en el momen- 
to al procurador del rey, que conserva- 
ba en su asiento la inmovilidad de un 
hombre que el rayo acaba de convertir 
en cadáver. 
—Señores — continuó Andrés exi- 
giendo el silencio con el gesto y con la 
voz—, 0s debo la prueba y la explica- 
ción de mis palabras. 
—Pero... — dijo el presidento irrita- 
do — habéis declarado en la instruc- 
ción llamaros Benedetto, habéis dicho 
que erais huérfano y natural de Cór- 
cega. 
—He dicho en la instrucción lo que 
me ha convenido decir, porque no que- 
ría que se debilitase, lo que no podía 
menos de suceder, el eco solemne que 
quería dar a mis palabras, Ahora os re- 
Pito que nací en Anuteuil, en la noche 
del 27 al 28 de septiembre de 1817, que 
Soy hijo del señor procurador del rey 
Villefort, ¿Queréis saber los detalles? 
MONTECRISTO 265 
Os los contaré. Naci en el primer piso 
de la casa número 28, calle de la Fon- 
taine, en una habitación colgada de da- 
masco encarnado; mi padre me tomó 
en los brazos, diciendo a mi madre que 
estaba muerto; me envolvió en una 
toalla marcada H. N., y me llevó al 
jardín donde me enterró vivo, 
Los asistentes temblaron cuando vie- 
ron crecer la seguridad del acusado con 
el espanto de M. de Villefort. 
—¿Pero cómo sabéis esos detalles? 
—preguntó el presidente. 
—Voy a decíroslo, señor presidente. 
En el jardín en que mi padre acababa 
de sepultarme, se habia introducido 
aquella noche un hombre que le odia- 
ba mortalmente y quería vengarse del 
modo que lo hace un corso. El hombre, 
que estaba oculto, vió a mi padre ente- 
rrar algo, y le dió una puñalada por de- 
trás cuando estaba a la mitad de su ope- 
ración ; creyendo en seguida que lo que 
había ocultado era un tesoro, abrió la 
fosa y me halló vivo aún; ese hombre 
me llevó al hospicio de los expósitos, 
donde me inscribieron con el núme- 
ro 37; tres meses después, su cuñada 
hizo el viaje de Rogliano a París para 
venir a buscarme, me reclamó como 
suyo y me llevó consigo. He aquí por 
qué, aunque he nacido en Auteuil, me 
crió en Córcega. 
Hubo un momento de silencio, pero 
tan profundo, que se hubiera creído que 
la sala estaba desierta. 
—Continuad — dijo la voz del pre- 
sidente. 
—Ciertamente — continuó Benedet- 
to— ; hubiera podido ser dichoso en ca- 
ga de aquellas buenas gentes, que me 
adoraban ; pero mi natural perverso pu- 
do más que todas las virtudes que pro- 
curaba infundir en mi corazón mi ma- 
dre adoptiva. Crecí en el mal y he lle- 
gado hasta el crimen; finalmente, un 
día que maldecía a Dios por haberme 
hecho tan malo y dado tan odioso des- 
tino, mi padre adoptivo se acercó a mi 
y me dijo : « No blasfemes, desgracia- 
do, porque Dios te ha dado la vida sin 
oólera | El crimen es de tu padre y no 
bayo : de tu padre, que te entregaba al 
inferno si hubieses muerto ; a la mise- 
ria, si un milagro te volvía a la vida.» 
Desde entonces cesó de blasfemar de
	        
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