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los zafiros, rubles y esmeraldas que la
guarnecían, mezcla de azul, de púrpu-
ra y oro. El conde cogió entonces una
pequeña cantidad de esta substancia
con una cuchara de plata sobredorada, y
la ofreció a Morrel, mirándole fijamen-
te largo tiempo. Pudo verse entonces
gue esta substancia era verdosa,
—-He aquí lo que me habéis pedido—
dijo—. He aquí lo que os he prometido.
—Viviendo aún — dijo el joyen, al
tomar la cuchara de manos de Monte-
cristo—, os doy las gracias desde el fon-
do de mi corazón.
ll conde cogió otra cuchara, y la
metió también en la caja de oro.
—¿Qué vais a hacer, amigo?
—A fe mía, Morrel — le dijo son-
riéndose—, creo que estoy tan cansa-
do de la vida como vos, y puesto que la
ocasión se me presenta,..,
—] Deteneos ! — exclamó el joven—,
vos que amáis, que sois amado, que te-
néis fo y esperanza, ¡oh! no hagáis
lo que yo voy a hacer; ¡en vos sería un
crimen! ¡ Adiós, mi noble y generoso
amigo, adiós, voy a decir a Valentina
todo lo que habéis hecho por mí!
Y lentamente, saboreó la misma subs-
tancia que le había ofrecido Montecris-
to, Ein este momento quedaron ambos
gilenciosos.
Alí, también callado y atento, les dió
tabaco, sirvió el café y desapareció.
Poco a poco las lámparas palidecle-
ron en las manos de las estatuas de már-
mol que las sostenian, y el perfume
de los pebeteros pareció menos pe-
netrante a Morrel. Sentado en frente,
Montecristo le miraba desde el fondo
de la sombra, y Morrel no veía brillar
más que los ojos del conde.
—Amigo — dijo—, conozco que me
Muero ; gracias,
Hizo un esfuerzo para tenderle se-
gunda vez la mano ; pero sin fuerzas se
dejó caer sobre él.
Entonces le pareció que Montecristo
se sonreía, mo con la risa particular e
imponente que le había dejado entre-
ver muehas veces los misterios de su
alma profunda, sino con la compasiva
bondad que tienen los padres para con
sus hijos extraviados. Al mismo tiempo,
el conde crecía a gus ojos, su talla, casi
doble se dibujaba sobre las pinturas ro-
ALEJANDRO DUMAS
jas, había echado atrás sus negros cabe:
llos, y se presentaba alto e imponente
como uno de esos ángeles con que se
amenaza a los pecadores el día del jui-
cio eterno. '
Morrel, abatido, desconcertado, ge
tendió en un sofá ; advertíase entorpeci-
miento en la circulación de la sangro
ya algo azulada. Su cabeza experimen-
taba un gran trastorno de ideas. Ten-
dido, enervado, anhelante, Morrel no
sentía ; parecía entrar decididamente
en el vago delirio que precede al esta-
do desconocido: que llamamos muerte.
Procuró tender de nuevo la mano al
conde, pero carecía ya de movimiento ;
quería decirle ya un adiós supremo, y
su lengua se agitó sordamente en su
'ganta, como la losa al cerrar el se-
pulcro. Sus ojos, llenos de languidez,
se cerraron a pesar suyo; sin embar-
go, en derredor de sus párpados se agi-
taba una imagen que reconoció, a pe-
sar de la obscuridad de que se creía en-
vuelto. Era el conde, que acababa de
abrir una puerta. De pronto una cla-
ridad inmensa resplandecía en la cáma-
ra vecina, inundando la sala donde Mo:
rrel se dejaba abandonado a una dulce
agonía. Entonces vió venir a la entra-
da de la habitación, al límite de ambas
estancias, una mujer de maravillosa
belleza. Pálida y sonriéndose dulce-
mente, parecía un ángel de misericordia
conjurando, al ángel de las venganzas.
—¿Berá el cielo el que se abre pa-
ra nd? — pensó el moribundo— ; este
ángel se parece al que he perdido,
Montecristo señaló con el dedo a la
joven el sofá donde estaba Morrel. La
joven marchó hacia él con las manos
juntas y la sonrisa en los labios.
¡ Valentina! ¡ Valentina ! — excla-
mó Morrel desde el fondo de su alma.
"Pero su boca no articuló sonido al-
guno; dió un suspiro y cerró log ojos.
Valentina se precipitó sobre él. Tios la-
bios de Morrel hicieron un moyimiento.
—Os llama — dijo el conde—, os Ma-
ma desde el fondo de su sueño, aquel
a quien hablais confiado su destinó, y
la muerte quería arrebataros. Pero esto
ha sido por vuestro bien ; yo he yenci-
do la muerte. Valentina, en lo sucesi-
vo, no debéis gepararos más sobre la
tierra, puesto que para encontrarog 0%
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