Full text: Tomo 2 (2)

Y 
y 
EL CONDB DE 
caudal ficticio o real de unos quince mi- 
llones. ¿No es poco más o menos esta 
vuestra posición, decís? 
—SÍ, sí — repuso Danglars. 
—De aquí resulta que con seis meses 
como éste — continuó Montecristo con 
el mismo tono de imperturbabilidad—, 
un capital de tercer orden se encontra- 
rá en su hora postrera, es decir, agoni- 
zando. 
—¡ Oh! — dijo Danglars con sonrisa 
forzada—. ¡ Ya lo creo! 
—¡ Pues bien ! Supongamos siete me- 
ses — repuso Montecristo con el mis- 
mo tono—. Decidme, ¿habéis pensado 
alguna vez que siete veces un millón y 
«setecientos mil francos hacen cerca de 
doce millones?... ¿No?... Tenéis ra- 
zón ; con semejantes reflexiones nadie 
comprometería sus capitales; nosotros 
tenemos nuestros hábitos más o menos 
suntuosos ; éste es nuestro crédito ; pe- 
ro cuando el hombre muere no le que- 
da más que su piel, porque las fortu- 
nas de tercer orden no representan más 
que la tercera o cuarta parte de su apa- 
riencia, así como la locomotriz de un 
camino de hierro no es, por medio del 
humo que la envuelve, sino una má- 
quina más o menos fuerte. ¡ Pues bien ! 
De esos cinco o seis millones que for- 
man vuestro capital real, acabdis de 
perder dos; no disminuyen, por consi- 
guiente, vuestra fortuna ficticia o vues- 
tro crédito ; es decir, mi querido Dan- 
glars, que vuestra piel acaba de ser 
abierta por una sangría que, reiterada 
cuatro veces, arrastraría tras sí la muer- 
te. Vamos, señor tr Lo ¿ tenéis ne- 
cesidad de dinero? ¿Cuánto queréis que 
os preste? 
—¡ Qué mal calculador sois !—exclamó 
Danglars llamando en su ayuda toda la 
filosofía y todo el disimulo de la apa- 
riencia—. A la hora que es, el dinero 
ha entrado en mi caja por otras espe- 
culaciones que han salido bien—y agre- 
gó—: La sangre que salió por la san- 
gría ha vuelto a entrar por medio de la, 
nutrición. He perdido una batalla en 
España, he sido batido en Trieste ; pero 
mi armada naval de la India habrá con- 
quistado algunos aa ; mis peones de 
Méjico habrán descubierto alguna mina, 
—¡ Muy bien ! ¡ muy bien! Pero que- 
MONTECRISTO 25 
da la cicatriz, y a la primera pérdida 
se volverá a abrir, 
—No, porque camino sobre seguro— 
prosiguió Danglars con el tono y el ade- 
mán de un charlatán que, conociéndo- 
se vencido, quiere probar lo contra- 
rio— > para eso serla menester que su- 
cumbiesen tres Gobiernos. 
—; Diantre ! Ya se ha visto 'eso. 
—¡ Que la tierra no produjese | 
—Acordaos de las siete vacas gordas 
y siete flacas. 
—O que se separasen las aguas del 
mar como en tiempo de Faraón; aun 
quedan muchos mares, y mis buques 
tendrían por donde caminar, 
—Tanto mejor, tanto mejor, señor 
Danglars — dijo Montecristo—, conoz- 
co que me habia engañado, y que po- 
déis entrar en los capitales de segundo 
orden. 
—Creo poder aspirar a ese honor — 
dijo Danglars con una de aquellas son- 
risas gruesas, por decirlo así, que lo 
eran peculiares—; pero ya que hemos 
empezado a hablar de asuntos — aña- 
dió, encantado de haber hallado un mo- 
tivo para variar de conversación—, de- 
cidme, ¿qué es lo que puedo yo hacer 
por M. Cavalcanti? 
—Darle dinero, si tiene un crédito 
sobre vos y si ese crédito os parece 
bueno. 
—¡ Excelente! Esta mañana se pre- 
sentó con un vale de cuarenta mil fran- 
cos, pagadero a la vista contra vos; 
ya comprenderéis que al momento le 
entregué esos cuarenta billetes, 
Montecristo hizo un movimiento de 
cabeza que indicaba su aprobación. 
-Pero no es esto todo — continuó 
Danglars—, ha abierto a su hijo un 
crédito en mi casa, 
—Sin indiscreción, ¿cuánto tiene se- 
ñalado el joven? 
—Como cinco mil francos al mes. 
—Sesenta mil al año. Ya sospechaba 
yo que esos Cavalcanti no habían de 
ser muy desprendidos, ¿Qué queréis 
que haga un joven con cinco mil fran- 
E al mes? 
—Ya comprenderéis que si necesita 
algunos miles de francos.. 
—No hagáis nada de eso, el padre 
os lo dejará por vuestra cuenta ; no co- 
nocéis a todos los millonarios ultramon-
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.