Full text: La taberna de la sangre (1)

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que no halló, en el primer momento, palabras con 
qué responder. 
Miss Ana era mujer de carácter, y debía realizar lo 
que se había propuesto, 
Ni las lágrimas de su hermana, ni las súplicas de 
su padre, ni hasta mi propia resistencia, porque yo 
estaba pronto á sacrificar mi amor, no pudieron con: 
moverla, 
—Os amo—me dijo,—y quiero ser vuestra esposa. 
—¡Y yo os juro que os defenderé!-—exclamé con en- 
tusiasmo. 
Al fin consintió sir Harris en que se hiciese el ca- 
samiento. 
Se celebró en Calcuta y se convino en que al día 
siguiente abandonaríamos la India. 
El general era viejo, necesitaba descanso y obtuvo 
fácilmente el retiro, 
Entonces fué cuando se verificó uno de los acon- 
tecimientos de mi vida, que tienen relación con la 
de mi amigo, aquel joven oficial ruso que servía á 
la Compañía de Indias. 
Ya os dije, Nadeja, que éramos hermanos de armas. 
Se llamaba Pedro, y se había casado dos años antes 
que yo, con una joven anglo-india, y de esta unión 
nacieron dos hijos: un niño y una niña. 
Pedro quiso ser uno de los testigos de mi casamiens 
to, y su esposa fué una de las damas que acompañas 
ron á mi esposa. 
El gobernador general, que sabía el peligro que nog 
amenazaba, dobló la guarnición de Calcuta. 
A un regimiento indígena, en el que se sospechaba 
ía muchos afiliados, lo enviaron al interior. 
Una vez celebrado el casamiento, mi esposa y yo 
nos embarcamos en el buque que debía hacerse al día 
Siguiente á la vela con rumbo á Europa. 
Sir Harris y Pedro nos acompañaron, y á bordo se 
Celebró una gran fiesta, : 
> Taberna—$
	        
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