Full text: La taberna de la sangre (1)

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=-¿Tré yo?-——pregúntó la Morena, 
—No lo sé. ; í 
Y después de dar esta contestación marchóse el Mu- 
fieco. 
La Morena se dijo que 4 una mujer de su mérito 
nunca se le deja á un lado y se preparó para recibir 
de una manera digna al nuevo jefe de los asoladores. 
Por su parte la Marica, que se hallaba presente cuan- 
do se presentara el Muñeco con el recado, se dijo: 
—Soy joven y bonita. La Morena es una vieja y me 
costará muy poco trabajo desbancarla. Si el jefe se 
lleva una compañera, seré yo. 
El Muñeco encargó á la Morena que avisase 4 los 
principales piratas, es decir, aquellos con los que se 
podía realmente contar, y los citase para aquella no- 
che. 
Poco antes de que diesen las doce se presentaron en 
la taberna Juan el Matarife y el Notario. 
Y debían tener instrucciones de Rocambole, porque 
el último dijo á la Morena: 
—No te calientes la cabeza, comadre, ni muevas la 
sin hueso, porque no acompañará ninguna mujer al 
jofe. 
—¡Bueno! ¡Gracias!—respondió la Marica mordién- 
dose los labios. 
—Además—siguió diciendo el Notario,—que creo que 
no es precisamente á dos pasos de aquí 4 donde vamos. 
—¡Bah!—hizo la Morena. 
—No me chocaría aque hubiese necesidad de embar: 
Carse. 
—¡ En el Sena? 
—No, para viajar por mar. 
—Pues lo que es á mí ni me duele el corazón ni 
me mareo, de manera que pueden llevarme—dijo la 
Marica.—Y prueba de que no me asusta el viaje que 
mo iba á ir 4 California en donde dicen que se gana 
mucho oro...
	        
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