Full text: La taberna de la sangre (1)

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declarar que abandonáis la apuesta, no tengo incór- 
veniente en aceptar, 
El francés sonrióse á su vez y replicó: 
—Vuestro perro es muy hermoso y de búena gana 
os haría la misma proposición. 
—¿0s burláis?—dijo sir Jorge Stowe. 
, Y quitó el collar y el bozal á «Tom», "que acostum: 
brado á semejantes luchas, se plantó de un salto den- 
tro del cajón. 
Entonces el francés cogió 4 su perrito y lo metió 
él mismo en el cajón. 
El dogo se había acurrucado en un rincón del cajón 
y daba vueltas, 
—¡Pobre perrito!-—murmuró una sensible irlandesa 
que figuraba entre los espectadores y que volvió la 
cabeza para no ver cómo el dogo destrozaba entre 
Sus potentes mandíbulas al perrillo habanero, 
XXX 
Los jóvenes 4 los que aquel espectáculo feroz reunía 
en aquel sitio, no estaban dotados de la nerviosa sen- 
Sibilidad de la irlandesa. 
Inclinábanse sobre el cajón que rodeaban, fijando 
Una mirada ávida sobre los dos combatientes, 
Alguno, sin embargo, observó 4 hurtadillas al fran- 
cés, 
Este permanecía completamente tranquilo y, al pas 
Tecer, estaba completamente seguro del resultado del 
combate, 
El dogo ladró dos veces mientras que el habanero 
.58 echaba tranquilamente en medio del cajón, ponien- 
do el hocico entre las patas. 
ZAS 
A
	        
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