Full text: La taberna de la sangre (1)

—Sea—dijo Rocambole llevándola hacia él puente 
de Londres. 
Era aquel un guadro digno de los pintores de la 
escuela flamenca. 
Withe-Chapel es un barrio puede que más infecto; 
sucio y horroroso que el del Wapping. 
La calle en que vivía Gispy era la más triste, estrecha 
y sombría, la más sucia é infame de las: calles de 
Withe-Chapel. 
Cuando pasaba por ella el ángel del cabello de oro; 
la joven de mirada de cielo, parecía como que aque- 
llas ahumadas y ennegrecidas paredes blanqueaban, que 
el negro apestoso lodo del suelo convertíase en un 
musgo verde y que el cielo brumoso de la sombría In- 
glaterra tornábase tan azul como la bóveda del cielo 
oriental. 
Estaba situada su habitación en el último piso y era 
un cuartito en el que de noche penetraban la lluvia 
y el viento, y cuya puerta no tenía llave ni madera 
y cristales la ventana. 
Y, sin embargo, allí estaban los dos, los que eran' 
prometidos esposos desde hacía una hora, los esposos 
del día siguiente, Rocambole y Gispy, y se habría di- 
cho que era un palacio. 
Estaba ella sentada sobre un escabel con las piernas 
“cruzadas á la oriental, y él en pie delante, en actitud 
¡Fespetuosa y firme, sonriente y grave á la vez. 
Alumbraba la escena un cabo de vela colocado so- 
bre una mesa. 
Hallábase Gispy de espaldas 4 su camastro, al que 
Rocambole dirigiera una mirada de compasión. 
Habíase quitado la barba postiza y dejado al desk 
cubierto su rostro aun hermoso y muy expresivo, y 
en el cual las borrascas de la vida habían ahondado 
profundas arrugas é impreso un sello de eterna melan: 
colía, 
Mirábale Gispy, sufría ya aquel ascendiente y extra-
	        
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