TN AR
=
A 187 —
Faro, que parecía quererse aturdir, le estuvo obse-
quiando toda la noche vaso en mano.
Cuando regresamos á casa, Faro estaba borracho,
lo que le sucedía rara vez, y el gitano desconocido nos
acompañó, no separándose de nosotros hasta que llegó
á la puerta.
Faro subió la escalera dándo traspiés y tropezones
en todos los peldaños.
En cuanto llegamos á nuestro desván se arrojó como
una masa en la cama y se quedó profundamente dor-
mido.
in el acto tomé una resolución.
Me quité el traje que lleyaba puesto y me vesti de
grumeto como la noche anterior. ¡
Segura de que la embriaguez de Faro era lo sufí:
cientemente grande para impedirle que se despertase
en algunas horas, emprendí el peligroso viaje que hi-
ciera la víspera.
Quería volver á ver á aquella mujer que era mi
madre.
Al llegar á la calle eché á correr con toda la lige-
reza que permitían mis piernas y no observé que me
seguía el gitano que nos acompañara por la tarde. +»
Tardé muy poco en llegar á Hay-Market y en en-
contrar la casita precedida de su gran jardín.
Lo mismo que la víspera, la ventana estaba entre:
abierta é iluminada la habitación.
Me acerqué sin hacer ningún ruido y, como la no:
che anterior, vi á lady Blesingfort sentada al lado da
la chimenea. '
Me quedé contemplándola y sumida en muda ado-
ración: ¡era mi madre! ¿
De pronto levantó la cabeza y vi que tenía el rostro
lleno de lágrimas.
Y al mismo tiempo la oí murmurar Con voz es
gada, ;