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Sobre el suelo estaba extendida una estera da junco;
igualmente adornada con figuras raras entre las que
so destacaba en el centro un elefante blanco.
Era aquello, en resumen, una pagoda indostánica en
miniatura.
El objeto más curioso de todos los que allí encerra-
dos estaban; era un recipiente 6 pilón de mármol blan-
co y labrado colocado en el centro de la habitación.
Estaba lleno hasta el borde de agua en la que cam-
paba un solo y lindo pececillo rojo que iba y venía
subiendo unas veces á la superficie para soltar unas
cuantas burbujas de aire y otras descendiendo hasta
el fondo.
El pilón era casi cuadrado y en sus cuatro caras Y
en letras de oro leíase una inscripción india cuya tra-
ducción literal era la siguiente:
«Osmani, hijo de Rai'bu, que por sus abuelos descen-
día de Beg-Amir'h, hijo de Vichnu, se consagró en
edad muy temprana al servicio de Kalí, nuestra muy,
idolatrada diosa, y halló la muerte en las aguas del
Ganges, que quiso atravesar á nado para ir á estrangular
á dos jóvenes cuyas almas deseaba la diosa tener 4
su lado.
»Su hijo Runjeb, al que los ingleses llaman sir Jor-
ge Stowe, pasó la noche entregado á la oración y
pidiendo á la diosa que le devolviese el alma del pias
doso Osmani y la diosa accedió á su demanda.
»Permitió que el alma del fiel Osmani viviese en
el cuerpo de un pececillo rojo que aletea en este pi-
lón y que fué pescado en las sagradas aguas del Gan-
ges.»
Un parisién se habría desternillado de risa al leer
tan extraña inscripción.
Pero, como se verá, Runjeb el nabab, por otro nom:
bre Jorge Stowo, la encontraba muy natural.
ie de entrar en aquella reducción de pagoda, en
la que el alma de su padre Osmani vivía en el querpa