Full text: La taberna de la sangre (1)

— 10 — 
contra la sociedad y que generalmente atronaban la 
taberna con el estrépito de sus ruidosas orgías, guar- 
daban á la sazón la mayor compostura, andaban de 
puntillas, hablaban en voz baja y no se ocupaban más 
que de una cosa: del pronto restablecimiento de Ro- 
cambole, 
Eran muchos los asoladores que, no habiéndose ha- 
llado en la taberna la noche en que lo llevaron á ella, 
no le conocían. 
X éstos hacían preguntas sin fin, 
¿Cómo era? 
¿Joven ó viejo? 
¿Era buen mozo? 
La Marica decía que era hermoso como el sol. 
—Pues por esa razón no será para tu pico-—respon- 
dió con tono desapacible la Morena, que también te- 
nía sus proyectos, 
El Muerte de los Valientes procuraba apaciguar la 
disputa, afirmando que Rocaimbole tenía un corazón 
muy grande y que dos mujeres cogían en él con faci- 
lidad. 
Al día siguiente de la marcha del Pastelero, se pre- 
sentaron en la taberna dos asoladores 4 los que no 
había visto por ella hacia mucho tiempo. 
Les enteraron de lo que pasaba, pero pareció á, to- 
dos que no participaban del entusiasmo general. 
Y hasta fruncieron el entrecejo. 
—Sois muy libres y podéis hacer lo que creáis más 
conveniente—dijo uno de ellos al que apodaban el Gui- 
llotinado, 
Este apodo tenía su origen en que habiendo sido 
condenado á muerte, le conmutaron esta pena por la 
inmediata y después se fugó del presidio. 
Era un hércules que partía con los dedos una mone- 
da de cinco francos. 
—Haced lo que queráis-—repitió, —pero no sé por qué 
tengo la idea “de que echaréis de menos al Pastelero, 
—¡Un holgazán!-—dijo la Morena,
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.