Full text: La taberna de la sangre (1)

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Decir una mentira ó tratar de engañar 4 Rocam- 
bole, hubiese sido una locura, y la € hata confesó toda 
la verdad. . 
— Está bien — dijo Rocambole; — quédate con nos- 
otros, porque es preciso que alguien cuide de esta ní' 
ña. La adopto y desgraciado del que la toque, 
—¡Viva Rocambole!—gritaron los asoladores. 
Y Rocambole les dijo: 
—Me han hablado estos días de una expedición que 
teníais proyectada. 
—Si—dijo el Muerte de los Valientes. 
—Pues bien; se hará dentro de tres días. Ahora que 
todos se estén quietos y tranquilos hasta que llegue el 
día. 
Y como empezase á amanecer dió orden para que 
todos se marchasen para no llamar la atención de la 
policía. 
-—La verdad —dijo aquella descocada muchacha á la 
que llamaban la Marica, saltándole al cuello, —¡es que 
sois un gran hombre! 
La Morena oyó estas palabras y el ruido de un beso. 
Y dirigió 4 la Marica una mirada rencorosa y mur- 
muró entre dientes: 
-—Más adelante arreglaremos esa cuenta 
Rocambole se decía entre tanto: 
—Ya está conjurado el primer peligro. ¿Cómo lo 
hago ahora para salvar á esas pobres gentes de Vi- 
lJeneuve-Saint Georges? 
Y se volvió á meter en la cama, quedándose muy 
pensativo, 
XVL 
A los ocho días de ocurrir logs sucesos que hemos 
anteriormente narrado, y 4 consecuencia de log cua- 
les había recobrado Rocambole toda su popularidad y 
su prestigio, veíase una barca que remontaba el Sena 
entro Maisons-Alfort y Villeneuve-Saint Georges, 
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